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HUGO ALFREDO HINOJOSA

  • El lugar común

    octubre 26th, 2022

    I. Cesare Pavese escribió Diálogos con Leucó hacia 1947. Su ejercicio, entre parlamentos teatrales, es el vehículo de la reflexión filosófica, en su caso poética, que evoca los trabajos de Platón y de Voltaire, entre autores clásicos e ilustrados que hicieron del diálogo la herramienta de su gresca dialéctica. De las discusiones rescato el diálogo XVI. La isla, que se da entre Odiseo y Calipso que declara: “(…) Ambos estamos cansados de un pesado destino. (…) Aquí nunca nada sucede: un poco de tierra y un horizonte. Aquí puedes vivir por siempre. (…) Inmortal es quien acepta el instante”.
    II. Hace algunos meses, por cuestiones laborales, recorrí las calles de diversos municipios del país. La tarea llevaba consigo escuchar a quienes vivían con carencias. Familias enteras, de jóvenes y viejos, solicitaban: pavimento, agua, drenaje, alumbrado público, seguridad y parques. Las exigencias de las familias eran verdaderas, no había en ellos siquiera la necesidad de solicitar el típico apoyo económico. No buscaban dinero, reclamaban un bienestar que se antojaba inalcanzable por el contexto de sus poblados. En su pedir no existía el “lugar común”, sino una necesidad que apelaba a la subsistencia. Nada tan triste como escuchar a un niño llorar por hambre, mientras bebe de una botella de refresco para apaciguar la angustia del estómago. La respuesta de las autoridades estuvo llena de “lugares comunes”. Es mejor no prometer, es la única lección que aprendí del trabajo político a pie de calle.
    III. Ahora que la batalla por la presidencia del país ha iniciado sin matices, educación, ni clase, me tomé el tiempo de escuchar y analizar a cada uno de los aspirantes. Lamento reconocer que sus discursos son carentes de creatividad. Al parecer optaron, sin distinción alguna, por la corriente abrahámica/musulmana que reza: “Aquí no entra nadie que no crea” y, por tanto, están solos sin importar la masa que los acompañe porque no saben construir una ideología… más allá de la que gobierna, con pinzas, al país.
    IV. Algunos candidatos han dictado sendas proclamas que recuerdan a las escuelas discursivas del PRI de antaño, declaratorias escritas con rigor por los grandes escritores mexicanos de su tiempo, como José Vasconcelos. Otros más, apelan a un leguaje pueril que descansa en el grito y la embriaguez de los sentidos. Levantar el puño, con toda honestidad, es un acto anquilosado. Los candidatos cometen el mismo error: no escapan del “lugar común”. Me parece increíble que los contendientes a gobernar un país como el nuestro, no reparen en su discurso, no me refiero a la belleza del logos sino al contenido político.
    V. Generar la unidad nacional, dignificar a los mexicanos, eliminar la pobreza, dar apoyo a la juventud, brindar cuidado a los ancianos, hacer de México un país competitivo, eliminar la corrupción y soñar para hacer de éste un gran proyecto de nación, son frases hechizas que forman parte de un discurso vacío que no diferencia a los candidatos del momento. Por supuesto, cada uno de los aspirantes hace lo que debe, pero me detendría a pensar en qué está haciendo su equipo y qué están pidiendo los candidatos en sí.
    VI. Si cada uno de los personajes presidenciables acudiera a las comunidades antes mencionadas, echarían mano del discurso trivial tan explotado por sus predecesores. Para el político común, el reclamo del pueblo que necesita pavimento, agua, drenaje, alumbrado público, seguridad y parques, también puede ser trivial… y, por tanto, tenemos un problema justo y urgente. Yo mismo estaría a favor de que todo candidato fuera corrido de las comunidades apenas pusieran un pie en su perímetro, si comenzara a dictar sólo promesas en las plazas de las comunidades a lo largo y ancho de México.
    VII. Como escribió Pavese: “estamos cansados de un pesado destino. (…) Aquí nunca nada sucede” … Empero, así serán las próximas elecciones plagadas de banalidad donde no existe una preocupación verdadera por la gente. Inclusive, el presidente, en turno erró desde la campaña en ese sentido, al concentrarse en las generalidades del pueblo que fortalecen a las ideologías. Pero la suya fue una campaña religiosa… fundamento por excelencia de “el lugar común”.
    VIII. Contrario a lo esperado, el discurso político al que se debe apelar hoy deberá salirse de la estática conceptual. Este ya no es el tiempo de los mexicanos, en plural; sino el instante del ciudadano único e irrepetible entre la masa. Es el tiempo de dialogar no con Leucó, como hiciera Pavese, sino con el hombre y la mujer que despierta por la mañana y no sabe hacia qué horizonte dirigirse. Los invito a revisar la reconformación de México después de la Revolución del siglo XX, ahí están las claves… basta con despertar del sueño… Recordemos que toda ideología es finita y las necesidades humanas infinitas.

    Publicado en El Universal

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  • Justicia / Verdad

    octubre 12th, 2022

    A mediados de la década pasada estuve en Lima, Perú, en un encuentro con diversos medios de comunicación. En ese momento conversamos en el barrio de Miraflores, elevados sobre el acantilado, acerca de la labor que nos congregaba sin mayor importancia. Me preguntaron, curiosos, acerca de la violencia en México y respondí: los que no son especialistas tienen voz [porque son dueños de un nombre] y los que en verdad conocen las entrañas del problema cultural no tienen representatividad nacional, navegan quebrantados en las curias privadas de seguridad e inteligencia del mundo digital. Aquí también ocurre, contestaron con alivio, aunque no somos México, declararon tajantes, es tan violento tu país. Esta reflexión me hizo cuestionar el modelo de los columnistas en México y la repartición de la voz hecha palabra en todas las regiones.
    Cuando se me brindó la oportunidad de publicar en este espacio, mi apuesta fue escribir y hacer una crítica de la cultura contemporánea desde un punto de vista filosófico: hoja en blanco donde dialogaría con los filósofos y creadores de nuestro tiempo para entender el contexto actual. Entre tropiezos, luego buscando el ritmo propio, logré establecer un formato que me permitía dilucidar algunas lógicas con el hartazgo propio al que te conduce la realidad. Dejé de hablar del presidente Andrés Manuel López Obrador, personaje al que aludí al inicio, por un motivo específico: es un comunicador excepcional, y en ese ejercicio honesto, que puede anular cualquier crítica no por la eficacia de su dialéctica sino porque al “sentimiento”, como arma política, jamás se le puede ganar con la lógica; esto cualquier manual de comunicación política lo apunta y con sólo tener sentido común se entiende. Para qué desgastarse. No vale la pena ser engrane en la maquinaria que el ejecutivo ensambla día con día. En ese sentido, hay bastante que especular respecto a las estrategias de sus detractores rumbo al 2024, todos ocupados en desacreditarlo sin entender aún cómo enlodar la tierra. Así pues, por estos motivos, opté por ampliar el rango de la crítica, la cultura es inconmensurable y puede llegar a asfixiarnos.
    La conversación con los compañeros peruanos me condujo a esta reflexión:
    I. No debemos tomar a los “escritores/críticos/políticos o no” del centro del país como referencia y precursores de soluciones nacionales en materia de seguridad [tema que nos ocupa], porque sus argumentos como verdades absolutas, para un país de rostros múltiples, es risible.
    II. Durante los últimos 15 años he leído esta fórmula intelectual: “el narco está inmiscuido en las médulas políticas y debe eliminarse”. Esto obvio desde hace décadas en la región fronteriza y noroccidental de México [en todo el país] y bien merece la pena cerrar la boca y no escribir tales declaraciones ingenuas… pero existe un mercado para la ingenuidad.
    III. Recordemos, con toda honestidad, que el narco como trama y la violencia como eje de preocupación nacional tomó relevancia pública, por lo menos, hace poco más de una década en el centro del país. Previo a este tiempo, esos eran rasgos provincianos alejados de la paz capitalina ahora sometida por el regionalismo.
    La representatividad centralista de las tribunas públicas hizo de los columnistas no especializados y escritores de ficción, en su mayoría, líderes de opinión de un discurso circular donde se genera la rapiña discursiva. “Todos dicen/decimos/ lo mismo”. Así como Catalina Pérez Correa, Alejandro Hope, César Damián, Álvaro Vizcaino, Guillermo Valdés, Monte Alejandro Rubido, Javier Oliva, Manelich Castilla y Alberto Capella, son necesarias voces calificadas, con experiencia en campo, que entiendan el fenómeno de violencia/cultural/criminal más allá de los datos que arrojan encuestas mayoristas y ministerios públicos. [Cómo olvidar el Índice GLAC de Genaro García Luna, por el que varios medios de comunicación nacional pagan una breve fortuna por su exclusividad].
    Para hablar de seguridad en México vale la pena prestar atención al trabajo regional periodístico, esto lo aprendí en la Fiscalía General del Estado de Baja California, como responsable de comunicación social. Es ahí donde pierden la vida los reporteros que luchan por mantener a flote un proyecto editorial libre, bastante tienen por enseñar, sin embargo, no cuentan con los canales de exposición correctos. Más allá de la academia y de la gente de campo, ¿de qué puede hablar un periodista de corbata y bohemio que observa a la distancia, como si de una película se tratara, la violencia misma, y que obtiene sus fuentes informativas de las conversaciones de pasillo sin dejar el escritorio? A esto le llamo hacer metafísica periodística: “el narco está inmiscuido en las médulas políticas y debe eliminarse” … y funciona porque somos un país de misticismos.
    El contrargumento es que no se necesita estar entre las balaceras para entender las problemáticas. No obstante, vale la pena escribir con honestidad sin vender humo. Si la máxima, para regocijo de algunos, es que México es un país en “guerra”, todos los que escribimos acerca de la violencia de nuestro país somos periodistas de guerra, héroes. Es una idea bastante ridícula porque este mote lo merecen pocos, aunque la medalla se la cuelguen varios.
    Hasta la fecha, en lo que va del 2022, 15 periodistas han sido asesinados en México. Nombres desconocidos en las tribunas nacionales, sin premios ni reconocimientos, en su mayoría, pero que recordamos porque siguen sin lograr la justicia propia que merecieron sus vidas: Ernesto Méndez, Antonio de la Cruz, Yessenia Mollinedo Falconi, Sheila Johana García Olivera, Luis Enrique Ramírez Ramos, Armando Linares López, Juan Carlos Muñiz, Jorge Luis Camero Zazueta, Heber López Vásquez, Roberto Toledo, Lourdes Maldonado López, Margarito Martínez, José Luis Gamboa Arenas, Fredid Román y Juan Arjón López, para todos mi más profundo respeto.
    De la conversación con los equipos peruanos destaco un momento que fue divertido por el absurdo, luego por la gravedad de la situación. Los reporteros comentaron que tenían órdenes precisas de las televisoras de dirigir las entrevistas a cuadro, hasta lograr que las víctimas de la violencia urbana/rural mencionaran a gritos que pedían o querían “justicia”. “¿Qué es lo usted quiere señora?, ¿verdad que desea justicia, es justicia lo que quiere?”. “Sí… eso quiero, justicia”, exclamaban enardecidas por igual mujeres y hombres. El claro objetivo era el golpeteo mediático en contra del presidente peruano Ollanta Humala y sus políticas de seguridad. Sin embargo, me sorprendió el devalúo del concepto mismo de “justicia” poque carecía de toda “verdad”.
    En el caso de nuestro país, este es un momento de extrema violencia que dejó la singularidad hace bastante tiempo, donde la “justicia” necesita revalorarse desde el supuesto mismo de su significado. Hace un siglo culminó la Revolución Mexicana que nos permitió concebir el país como existe en la actualidad. Se conformaron las instituciones identitarias, desarticuladas por los gobiernos, y ahora son justo los ideales revolucionarios centenarios como la “libertad, la igualdad y la justicia”, los que se tratan de instaurar sin éxito en esta nueva revolución ideológica.
    Retomo el tema de la “revolución” como un punto de partida. Escribió Isaak Babel en Guedali que: “La revolución es gozo. Y al gozo no le gusta tener huérfanos en su casa. Las buenas obras las realiza el hombre bueno. La Revolución es una buena obra propia de personas buenas. Pero las personas buenas no matan. Eso quiere decir que la revolución la están haciendo malas personas”. Esta suerte de encrucijada maniquea es primordial para entender el contexto nacional en el que vivimos. En los tiempos de Babel la discusión giraba en torno del conflicto entre judíos y polacos, entre revolucionarios y zaristas [revolución tardía respecto a la mexicana, 1917], protagonistas todos de cara a los horrores de la Segunda Guerra y, en sentidos opuestos, enemigos entre sí en la lucha por una autonomía imaginaria como “pueblos” buscando justicia, esto es: verdad. En la actualidad, “el pueblo bueno de México”, renovado por revolucionario y bárbaro en su violencia no logra una pacificación total, porque no encuentra “verdad” alguna que le otorgue paz. Carecemos de justicia porque no tenemos verdades ya no digamos absolutas sino funcionales.
    Respecto al ejército: se conforma por parte del pueblo y si el pueblo es bueno, valga la obviedad, nada execrable puede salir de ellos. Ahora bien, si conciliamos la lógica de Isaak Babel… el ejército mexicano se está comportando como un agente revolucionario al proceder como buenas personas que no suman, en apariencia, al clima de violencia a lo largo y ancho del país donde reciben gritos, sobajamientos y humillaciones, verdaderos mártires modernos. No obstante, el pueblo “bueno”, ese que genera violencia y busca al mismo tiempo justicia, se torna el elemento sinsentido de toda ecuación lógica… ¿cómo puede un generador de violencia exigir justicia?
    Hoy, rumbo al 2024, me divierte en extremo ver cómo el concepto de “justicia” tal cual viaja de un lugar a otro completamente vacío. Las mujeres que buscan a sus hijos en los desiertos y bosques van en búsqueda de la verdad a la que llaman justicia, por ejemplo, necesitan la certeza de inequívoca de una realidad que nadie puede darles. Este, el nuestro, es un pueblo que no desea contar con ningún tipo de justicia porque como masa acrítica somos un país que prefiere la apariencia tan propia de la verborrea que nos caracteriza… donde importa más la bohemia intelectual que la verdad, temple real de la gran mayoría de los hacedores de las tribunas públicas del país.
    Para finalizar, declaro que soy un admirador de las fuerzas armadas, soy parte de esa generación quizá tardía donde las familias tenían raíces castrenses. Abuelos y tíos, fueron parte del ejército; mi padre fue parte de la Fuerza Aérea Mexicana, conocer tales ejemplos es primordial y generan un respeto hacia el concepto marcial que va más allá del orgullo bajo el manto del pecho. El amor a la patria es fundamental y vale la pena resaltarlo más no mancharlo con la amoralidad engendrada por las luchas del poder. Aún espero deberán estar en las filas de las fuerzas armadas hombres de respeto que otorgue justicia, con verdades, al pueblo que juraron proteger.

    Publicado en El Universal

  • Luis Solano, un editor en el debate público

    octubre 2nd, 2022

    Al igual que otros tantos editores, Luis Solano (1972), optó en principio por una carrera y destino alejado de las letras como Jorge Herralde, por ejemplo, hasta caer en las garras de la literatura y de esa pasión por hacer libros. Llevar al papel la voz de mujeres y hombres que algo saben del mundo, por lo menos de su mundo interior, no es tarea fácil.

    Para Solano que primero estudió derecho, y que algo sabe de negocios, como él mismo lo ha dicho, tuvo la fortuna de tener una mente en principio estructurada que le permitiera adentrarse en el complejo mundo del mercado editorial y afincarse en Barcelona, capital mundial de las casas editoriales en lengua española.

    Luego de más de 15 años de haber dado vida a Libros del Asteroide, Solano, nos habla de su trayectoria, logros y el Premio de No Ficción que impulsa para dar voz a nuevas mentes críticas que sumen al entendimiento cultural del mundo que nos rodea. Luego de revisar el catálogo del sello, además de ser lector de las colecciones, nos queda claro que, desde el inicio de esta aventura editorial, lo importante radicaba en construir una editorial dedicada a revisar las obras literarias no sólo del presente sino del pasado, textos que en sus propias tradiciones ya hubieran sido refrendados por el tiempo, ese pilar que da sustento a todo.

    Desde la aparición de Libros del Asteroide la uniformidad de la calidad de las obras se ha mantenido y, por ejemplo, Hamnet de Maggie O’Farrel, me parece que da fe de la visión que tienen como editorial. ¿Qué tan complejo es ser fiel a una línea que para otros es cambiante?

    Los criterios de selección son los mismos desde el principio: calidad literaria, emoción, entretenimiento y ampliar la visión del mundo que tiene el lector. Esos son los criterios por los que nos guiamos en la selección y que imagino que hacen que la línea editorial se perciba como permanente. Aunque creo que la línea editorial, pese a mantener los criterios de selección, evoluciona, porque las cosas que me interesan cambian a medida que el mundo cambia, y el mundo de hoy es bastante distinto al mundo de hace 17 años, cuando empezamos a editar.

    En algún momento comentaste que, como proyecto editorial, deseaban mantenerse como un grupo reducido de hacedores de libros para no tener que optar quizá a publicar libros más comerciales. ¿Qué tan complicado es remar a contracorriente del mercado más comercial o casas editoriales más grandes?

    Creo que hay lectores para los libros literariamente valiosos. Lo complicado es el ruido que se genera en el mercado, que hace que obras y autores con gran potencial pasen desapercibidos. No obstante, después de tantos años, tenemos abiertos canales de comunicación con periodistas, críticos, libreros, incluso directamente con los propios lectores, gracias a los recursos digitales, desde newsletters a las redes sociales, por ejemplo. Y gracias a estos canales, hemos ido tejiendo una serie de redes de confianza que nos permiten ser relevantes y que han afianzado nuestro proyecto editorial temporada tras temporada.  

    Quizá es una pregunta que para ti puede ser obvia, sin embargo, ¿qué buscas en un autor para decidir publicar su obra? ¿Una prosa espléndida o un universo singular?

    Busco que el libro tenga verdad, que esté vivo. Que cuando un lector lo lea piense que lo que le están contando ha sucedido realmente o podría suceder tal como se lo cuentan, que el mundo es tal como lo está leyendo. Esa es la sensación que busco. 

    Leí hace poco en El País que el ensayo como género literario estaba conquistando el mercado español. Esto me llevó a pensar en el Premio de No Ficción de Libros del Asteroide. ¿De dónde surge esta idea y por qué? ¿Hace falta lanzar nuevas voces críticas en lengua española?

    La propuesta surge de pensar que hay autores con ideas interesantes para libros de no ficción que no escriben porque no encuentran el impulso o respaldo suficiente. Y de entender también que en la no ficción es mucho más fácil imaginar el libro final a partir de una idea, que en ficción. Nuestra intención no era tanto la de encontrar voces críticas si no voces inteligentes que se plantearan preguntas relevantes.

    Me surge una pregunta luego de una diatriba en contra de las editoriales en Estados Unidos, publicada en diversos medios hace unas semanas, donde se crítica la poca presencia de autores latinoamericanos en sus catálogos. ¿Qué opinas de la literatura latinoamericana, qué lugar ocupa en Libros del Asteroide?

    Pues yo diría que la presencia latinoamericana en el mercado editorial estadounidense es mayor que nunca. No sé si existe realmente una “literatura latinoamericana”, pero a mí me interesan mucho los autores que escriben en América Latina porque aportan una visión distinta a la de los autores españoles. Tienen otros mundos y otras historias que contar. En Asteroide intentamos estar atentos a lo que viene de allí, y publicarlo si podemos, pero no es fácil porque muchos autores ya tienen editores en sus países de origen y hacerse con lo poco que está libre no siempre es fácil.

    ¿En qué momento se encuentra el mercado editorial en España? Sabemos que la visión apocalíptica del mercado virtual quedó en eso y que el libro electrónico es apenas un hermano más del libro en papel. ¿Es rentable?

    Creo que la situación es buena, los niveles de facturación de 2010 no se han recuperado, pero el mercado ha crecido en los últimos años. El peso de las librerías independientes se mantiene y el libro electrónico se ha estancado entre el 8% y el 9% de la venta en unidades. En los dos últimos años, debido en parte a la pandemia, el interés por la lectura y la venta de libros ha aumentado. Creo que no nos podemos quejar.

    Pienso que un editor es un personaje inclusive más romántico que un escritor, apuestan por alguien que negocia con los sueños y escribe… ¿cuáles son los sueños de un editor?

    Pienso que los escritores son más románticos, ellos son los artistas de verdad. Al final el papel básico del editor se reduce a detectar el talento de otro y conseguir que ese talento llegue a cuantos más lectores mejor.

    En su momento leí 1948 de Yoram Kaniuk, un libro de tu catálogo que me impactó por el tratado periodístico y poético del autor. En este sentido, ¿qué tan importante es para Libros del Asteroide la construcción de un catálogo que aborde no sólo la poesía sino justo la política, el periodismo y la actualidad social?

    El catálogo Asteroide es tan diverso como rica es la creación literaria. Desde el inicio, como te comentaba, mi interés siempre ha sido acercarme a una obra por su verdad, más allá de géneros o etiquetas temáticas. Además, estas son fronteras irreales, pues muchos libros contienen en sí mismos facetas distintas. En definitiva, busco reflejar en nuestra línea editorial la prosperidad creativa de la que goza la literatura contemporánea. En el caso concreto de la no ficción, y con ello la idea de promover un premio ad hoc, era un ámbito en el que creíamos debíamos apostar para descubrir a nuevos autores.

    ¿Cuáles son las claves para resistir en el mundo editorial en un momento histórico donde parece que las problemáticas de hace un siglo se repiten, respecto a los conflictos políticos europeos?

    A lo largo de la Historia, no ha habido pandemia, guerra o acontecimiento que haya hecho peligrar los libros o la literatura. Todo lo contrario: es cuando más necesarios han sido. Ya sea como refugio para evitar enfrentar la realidad, como herramienta de conocimiento para entenderla o como arma para combatirla, el libro ha resistido. Más que eso, en momentos tales, el mundo editorial ha tenido y seguirá teniendo un papel esencial, el de dar espacio a la reflexión, al debate y a la memoria.

    ¿Con qué autores trabajar y con cuáles no?

    Con los que se dejan. Fuera bromas, el trabajo de un editor es sacar a relucir el talento de un autor, extraer de su obra toda su esencia. Poco más importa.

    Publicado en Confabulario

  • Cómplices del realismo mágico en la modernidad: Enrique Redel y Mircea Cărtărescu

    septiembre 11th, 2022

    A raíz del anuncio hecho por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, todos se preguntan quién es Mircea Cărtărescu, galardonado con el Premio FIL en Lenguas Romances. La respuesta es sencilla para sus lectores: es el creador de un realismo y mágico único, nutrido de fantasía, memorias y creencias, como lo fue en su momento la obra de Gabriel García Márquez o del propio Horario Quiroga. Cărtărescu hace de la realidad un verbo que conjuga con la imaginación, y de la literatura un camino exquisito que bordear para reconocer la existencia desde otro tipo de libertad absoluta a la que no tocaremos porque jamás podremos acoger la vida en el papel de un libro. Para quienes no han descubierto al autor de El Levante, Cărtărescu es un autor en extremo raro del que jamás habían escuchado, del que pronto se convertirán en especialistas; lo mismo ocurrió con Sándor Márai, Milorad Pavic, entre otros en su tiempo.

    Luego del anuncio del premio que le será otorgado a Mircea Cărtărescu, tuve la oportunidad de charlar con Enrique Redel, editor y fundador de Impedimenta, casa editorial del autor rumano, acerca de Travesti, una novela gráfica que, mejor dicho, es un diario retomado de las páginas de Lulu, como se tituló la obra de Cărtărescu, publicada hace más de una década en español. La novela que ahora retoma el título original del rumano: (Travesti), es adaptada y reinterpretada por el ilustrador francés Edmond Baudoin, quien da los toques oníricos y hasta anarquistas a los protagonistas de la obra donde abundan las referencias a Rainer Maria Rilke, Franz Kafka, Emil Cioran y, me atrevo a decirlo, a los infiernos de El Bosco.

    Enrique Redel es quizá quien mejor conoce a Cărtărescu, a la par de su traductora Marian Ochoa de Eribe, en el mundo de habla hispana. A ellos les debemos la presentación en nuestra lengua de este autor que pronto formará parte de la historia de la literatura en México, gracias a la FIL.

    Para el mundo literario pareciera que el realismo mágico es una herencia sólo de Latinoamérica con Gabriel García Márquez como estandarte. Hoy, Mircea Cărtărescu pareciera ser el abanderado de ese estilo poético. ¿Qué nos puedes decir de eso?

    Mircea Cărtărescu, que se considera un practicante de lo real maravilloso, siempre ha sostenido, hablando de genealogías literarias, que el realismo mágico es hijo del surrealismo y nieto del Romanticismo alemán. Cortázar llega al realismo mágico bebiendo de los surrealistas y de aquellos que reivindican la fantasía y la soberanía de la imaginación, y cuando sus compatriotas, como García Márquez o Rulfo, lo leen, “adaptan” ese estilo y lo mezclan con la tradición oral de sus países, creando un nuevo movimiento literario que alcanza su cumbre con García Márquez, que permea ese estilo fantástico con historias de dictadores, perdedores y soñadores. Cărtărescu se considera un heredero de esos escritores: de Roa Bastos, de Sabato, de Fuentes, porque ha crecido leyendo Terra Nostra o Pedro Páramo. En este sentido, Cartarescu siempre ha dicho que es un escritor latinoamericano nacido en el corazón de Centroeuropa.

    Tuve la oportunidad de leer Travesti, y me parece que, más que una novela o historia llevada a la potencia gráfica, es un tratado del descubrimiento humano. De pronto la obra pareciera romper con el mundo políticamente correcto de nuestro tiempo. ¿Cómo fue el proceso de editar este trabajo con tantos puntos de vista internos?

    Travesti es una de las obras claves de Cărtărescu, y quizá su obra más torturada, introspectiva y dolorosa. El autor siempre ha dicho que se trata de la obra que más le costó escribir, porque tuvo que hurgar en la herida de la pérdida de su hermano gemelo Victor, un hermano-espejo, un “antimircea” al que perdió con apenas tres años, cuyo cadáver nunca fue mostrado a los padres y cuyo influjo gobierna buena parte de su trilogía Cegador. En esta obra, además de ello, indaga en el misterio de la sexualidad adolescente (que casi nunca es luminosa, sino atormentada, culpable, sucia). Desde luego, no es una obra correcta políticamente. Pero Cărtărescu nunca escribe “pensando en lector”, sino sólo en él mismo como creador. En alguna ocasión ha dicho que escribiría incluso si no existiera ningún otro lector sobre la Tierra.

    Desde hace un par de años, cuando tuve la oportunidad de entrevistarte, Mircea Cărtărescu comenzó a sonar más y más, por lo menos en México, de pronto ocurrió con él como pasó en su momento con Sándor Márai hace más de una década, se volvió un autor de culto que todos decían haber leído sin ser del todo cierto. ¿En dónde está posicionado Cărtărescu como escritor en este momento histórico cuando recibirá de México el premio de lenguas romances?

    Todo el que conozca a Cărtărescu entenderá que la consecución del Premio FIL constituye la cumbre de su carrera. Una cosa es que lo premien en Austria, en Serbia, o incluso en su propio país. No obstante, la formación de Cărtărescu como lector bebe de Latinoamérica. Y la FIL de Guadalajara es el magno evento de la literatura en el continente, por lo que México es quizás uno de los lugares en los que Cărtărescu se siente más reconocido. En España es un autor tremendamente conocido, y en las anteriores visitas que hizo a México, los auditorios se han llenado, y las librerías han visto como los lectores tenían que esperar dos horas a que él les firmase un libro. Aun así, para el común de los lectores, se trata aún de un autor “secreto”. Confiamos en que el espaldarazo del Premio FIL pueda servir para darlo a conocer a un público amplio.

    ¿Qué significa para una editorial contar con un autor como Cărtărescu, que se torna un autor mundial? ¿Qué retos enfrentan, quizá la compra de los derechos del autor por otras grandes transnacionales?

    Cărtărescu es, sin duda, uno de los grandes autores vivos, a todos los niveles. Alguien comprable a Kundera, Rushdie o Pynchon. Un autor del que sólo nace uno cada generación, capaz de expandir el terreno de lo “expresable”, como en su momento ocurrió con Kafka o Joyce. Escritores visionarios, geniales, disruptivos, que cualquiera querría tener en su catálogo. Aun así, puede decirse que Cărtărescu, en el ámbito de la literatura traducida al español, ha crecido con Impedimenta. Ya era un escritor reconocido antes de que nosotros lo publicáramos (en ese sentido, la labor de recuperación de títulos antiguos de su producción, como Nostalgia o la trilogía Cegador, ha sido notable), pero desde el principio decidimos adoptar con él una política de autor, de irlo dando a conocer a los lectores de ambas orillas del océano. Creemos que su historia en lengua española está unida a la nuestra, y ambos estamos realmente felices de colaborar. De hecho, tenemos dos libros suyos en preparación, su nueva novela, Theodoros, y su libro de relatos, Melancolía, que aparecerán en breve.

    ¿Por qué apuesta Impedimenta por el libro ilustrado? ¿Qué posibilidades encuentran en este ejercicio literario y estético? ¿Qué historias pueden contarse en esos formatos que no puedan narrarse en otros?

    Antes de ser editor, fui un humilde dibujante amateur. Luego ya me matriculé en la Universidad y aunque quizás el mundo perdió a un artista mediocre, conservó a un gran aficionado al libro ilustrado y al cómic. Se trata de un tipo de libro que publicamos casi por capricho, porque nos fascina, porque sólo publicamos libros que nos enamoran y que intentamos hacer funcionar en el mercado (no siempre con fortuna). Tenemos dos colecciones, una de novela gráfica y otra de literatura infantil, y los autores que incluyen nos encantan: Isabel Greenberg, Catherine Meurisse, Júlia Sardà, David B.…

    Me interesa mucho de Impedimenta esta capacidad de asombrar con cada nuevo libro que publica. ¿Cuál es la estrategia, qué recomendaciones o sugerencias podrías brindarles a los jóvenes editores que desean construir catálogos como los que has creado?

    Primero, muchas gracias por esa apreciación, que nos halaga. Creo que justamente la explicación está ahí: en la ilusión casi infantil por publicar libros que nos enamoran, que nos fascinan. No podríamos publicar libros que no nos emocionasen. No es un negocio especialmente lucrativo, es muy competitivo y es muy sencillo arruinarse, porque los costes de producción son altos y el mercado muy volátil. Le daría al joven editor el mismo consejo que le daba el admirado escritor José Luis Sampedro a los jóvenes que empezaban: que si pueden, lo dejen. Puede sonar cínico, pero no lo es. Si puedes dejarlo, es que no eres editor. Un editor es perseverante, cree ciegamente en su proyecto, no pone el beneficio económico por encima de la coherencia y belleza de su catálogo, y para ellos el autor es lo principal.

    ¿En qué momento se encuentra el mercado editorial en España? ¿Sabemos que la visión apocalíptica del mercado virtual quedó en eso y que el libro electrónico es apenas un hermano más del libro en papel? ¿Es rentable?

    El momento del mercado editorial español es bueno. De modo bastante paradójico, la pandemia ha despertado el afán lector de la gente, y hemos salido, si no reforzados, sí en cierto modo “purificados”: los libros que tras tantos meses de pantalla y streaming busca la gente son los libros más literarios y genuinos. Así que los editores que apostamos por la calidad hemos visto cómo conectamos mejor con los lectores. En cuanto al libro electrónico, a pesar de que nosotros lo comercializamos, no lo consideramos una línea importante en nuestro proyecto. Al final el libro electrónico no es más que un simulacro de libro. No existe, no es tangible, y finalmente acabará desapareciendo tal como lo conocemos. El libro en papel lo sobrevivirá, porque “llevamos desapareciendo” desde hace siglos. Primero porque llegó el teatro como fenómeno de masas, luego la radio, luego el cine, luego la televisión, luego internet, luego los juegos, luego las redes sociales… Nada ha logrado acabar con el libro en papel, mientras que muchos otros inventos “imbatibles” han ido desapareciendo.

    Pienso que un editor es un personaje inclusive más romántico que un escritor, apuestan por alguien que negocia con los sueños y escribe… ¿cuáles son los sueños
    de un editor?

    Creo que todos en el mundo editorial somos soñadores: escritores, libreros aventureros, editores temerarios, traductores amantes de su trabajo, ilustradores, hasta periodistas que dedican horas y horas a difundir la buena nueva de los libros brillantes que aparecen cada semana. En cuanto a mis sueños, si te soy sincero, uno de ellos era que Cărtărescu ganara el Premio FIL, y ese se ha cumplido. Así que estos días dormimos felices.

    Publicada en Confabulario

  • “Conversaciones desde un mundo feliz”, entrevista…

    septiembre 5th, 2022

    La publicación en libro de una obra que se publicó inicialmente en las páginas de un suplemento cultural es una prueba del periodismo como trabajo intelectual, que parte de la búsqueda de información, del cuestionamiento y del contraste de ideas. Este es el caso de “Conversaciones desde un mundo feliz. Modernidad, guerra, existencialismo” (UANL, 2022), del escritor y dramaturgo Hugo Alfredo Hinojosa, en el que reúne entrevistas y artículos publicados entre 2019 y 2020 en las páginas del suplemento cultural Confabulario, de El Universal.
    Hinojosa (Tijuana, 1977) comparte con El Universal los hallazgos que el diálogo con algunos personajes destacados de la vida intelectual, como Bernard-Henri Levy, Paul B. Preciado y Kent Anderson dejaron en su ejercicio creativo cotidiano, así como en su reflexión filosófica, su formación inicial. Dramaturgo y ensayista, Hinojosa es autor de las piezas teatrales Fariseos, dirigida por Víctor Weinstock en 2020; Sepulturas, dirigida en 2019 por Emma Dib y King Kong Cabaret en 2015 bajo la dirección de Lorena Maza, entre otros. Además de ser galardonado con el Premio Nacional de Bellas Artes de Literatura en Dramaturgia y el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares.

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    Gerardo Martínez: A diferencia de la obra que puedes ir creando como escritor, como periodista cultural los temas se cubren en función de la agenda periodística. ¿Qué puedes decir al respecto?

    Hugo Alfredo Hinojosa: Nunca me he considerado periodista. Comencé a trabajar como editor por la necesidad de vivir de escribir, algo bastante complejo. Esto me fue llevando a cumplir y a hacer las tareas propias de un periodista, desde cubrir la nota inmediata, hacer coberturas y crónicas hasta llegar a la entrevista con una gran diversidad de personajes, algunos entrañables y otros que preferirías olvidar. De los primeros, rescato grandes lecciones de vida y humildad porque están dispuestos a abordar todo tipo de cuestionamientos sin máscaras ni recatos, que serán críticos con sus respuestas, pero al mismo tiempo pacientes y hasta guías para lograr una buena entrevista.
    De los segundos, lo único que puedo decir es que la petulancia es una forma bastante común en el mundo intelectual, de pronto pareciera que algunas figuras, otras que no lo son, sienten que te hacen un favor al brindar un poco de su tiempo cuando, siendo sinceros: es una consideración compartida. Uno bien podría no acceder a entrevistar a una u otra figura, sin embargo, lo haces porque es parte de tu trabajo y porque en verdad existe en ti una curiosidad por saber qué tienen que decir aquellos que están en el mismo canal creativo.
    Pero la generosidad no es característica del mundo intelectual. Con el tiempo decidí no entrevistar a nadie a quien no respetara o admirara. ¿Cómo puede un ser humano que escribe y se abre de capa ante el mundo no ser generoso? Hay quienes se fingen escritores por herencia o abolengo que escriben sólo porque pueden hilar palabras sin compromiso alguno, y los otros, los que admiro, son aquellos que en verdad escriben por una necesidad espiritual. Por fortuna en Conversaciones desde un mundo feliz los entrevistados tienen algo que me llamó la atención, su postura ante el mundo quizá, pero sobre todo esa lucha por vivir del romance de escribir.

    Gerardo Martínez: ¿Qué diferencias detectas entre la lectura desde el oficio periodístico y la lectura desde el goce mismo y desde la creación literaria?

    Hugo Alfredo Hinojosa: Partiendo de la lectura como una herramienta que te guía hacia la entrevista o el encuentro, puedo decir que es una labor exhaustiva, sin ánimo de sonar como un esnob. Hace poco entrevisté a Petros Márkaris. Leí su libro y lo releí, porque era una publicación truculenta en la cual a primera vista podría haber parecido una publicación condescendiente, pero cuando entiendes el contexto, sin hablar de metafísica, das con el hilo de lo que debes preguntar, cómo debes hacerlo y para qué. Me gusta cuando al hacer una pregunta el autor se sonríe y dice, claro… justo es lo que quise decir. Las noches de la peste de Orhan Pamuk fue un libro que me obligó a investigar acerca de la historia de Turquía. En este sentido, el goce se da por el conocimiento mismo, conocer al otro, entenderlo y saber qué tomar de él como autor, es el reto.
    La lectura como goce, vaya, es por demás curiosa, te mantiene en vilo. Usualmente leo mucho más cuando estoy por iniciar una nueva obra, ensayo o ahora mismo una novela. Pero releo, eso sí, a los autores de quienes he aprendido. Me gusta a veces sólo tomar el libro y hojearlo descubriendo escenas que me entusiasmaron. Intento saber cómo definió o solucionó un autor tal escena, tal forma de narrar el mundo. Por una cuestión de formación siempre regreso a los griegos o al Siglo de Oro. Mi formación literaria, pienso, es muy limitada. Prefiero la filosofía, creo que he aprendido más de la literatura leyendo a los filósofos que escudriñando las diversas tradiciones literarias. Que no se malentienda, soy un fanático lo mismo de Dostoievski que de Cervantes, disfruto igual a Lope o a Shakespeare, a Coetzee o Saer, pero me apasiona el pensamiento crítico. Por lo menos creo que, entre más conciencia crítica tengas, aprendes a mantener la boca cerrada. Soy enemigo de quienes hablan sólo por parecer brillantes.

    Gerardo Martínez: Durante dos años que fuiste coeditor del suplemento Confabulario hubo autores que abordaste como parte de tus coberturas periodísticas. En otros casos, a la oportunidad periodística se suma un interés particular que tienes sobre su obra. Estos son los casos de Peter Handke, Kent Anderson. ¿Qué intereses te unen a ellos?

    Hugo Alfredo Hinojosa: Confabulario me permitió explorar bastantes temas de mi interés como filósofo y dramaturgo: el tiempo, la guerra, la vejez, entre otros tantos tópicos que rondan las páginas del suplemento. Encontré en Julio Aguilar a un editor que no me limitaba y que sabe guiarte sin decírtelo; y en ti, querido Gerardo, a un gran interlocutor de quien aprendí mucho sobre América Latina que en mi frontera norte no eran cuestiones de discusión.
    Peter Handke para mí es un modelo a seguir, como lo es Tom Stoppard, con quien tuve el privilegio de compartir el tiempo e inquietudes. En México, ambos son aplaudidos por su versatilidad: pasan del teatro al cine, de la poesía a la narrativa, al ensayo, y se les aplaude. No obstante, en nuestro país es un grave pecado querer siquiera transitar entre géneros literarios, ni hablar de otras formas del arte, existe un puritanismo mediocre que nos mantiene maniatados. Admiramos a los “otros” pero nos negamos a intentar hacer lo que hacen aquellos extranjeros a los que enarbolamos. En la medida que, como cultura, eliminemos esas miopías conceptuales podremos generar en verdad movimientos culturales de vanguardia. Hay que revisar quizá qué pasaba en los años 50 y 60 en México cuando en el momento álgido de la conformación cultural de México posrevolucionario, todos los creadores hacían todo… ¿Qué nos limitó? Vicente Rojo, en alguna ocasión, justo fue un personaje a quien entrevisté, lo dijo tal cual: “pintaba y hacía cine, escenografías, créditos, cuadros, portadas de libros, todos estábamos en todo”. Pienso que nosotros no tuvimos contracultura, como ocurrió, en Estados Unidos en los años 70… ¿En qué estaba ocupado nuestro país? ¿En qué momento la creación se tornó mezquina?
    Por otra parte, Kent Anderson es la encarnación y una de las herencias de la Guerra de Vietnam, es un gran escritor, difícil entrarle. Para mí la guerra es un conflicto de primera mano porque en la frontera donde crecí, en Tijuana, era imposible no tener un primo, un tío, un conocido, el padre de un amigo que no haya participado en Vietnam. Crecí entre veteranos de la Segunda Guerra y de Corea, ahora grandes amigos míos son veteranos de Afganistán y de los conflictos en Irak. Gran parte de mi dramaturgia ronda esos momentos históricos. El centro de nuestro país desconoce la gran cantidad de testimonios de mexicanos que participaron en las guerras estadounidenses. La guerra es la madre de todas las cosas, decían los griegos hace más de dos mil años. Lo es porque todo lo modifica, altera la materia, la muerte misma del soldado es una transformación de la materia y una nueva oportunidad de vida.

    Gerardo Martínez: En el capítulo “Breviario existencialista” concentraste tus entrevistas con varios filósofos. ¿Crees que tu formación fomentó un diálogo periodístico más rico?

    Hugo Alfredo Hinojosa: No hay que achicarse. Bernard-Henri Levy, por ejemplo, es un filósofo que, a finales de los años 60, heredero del 68, ya estaba en el discurso sociopolítico y filosófico. Hay mucho que aprenderle, es un monstruo contemporáneo, pero no debes conversar con él con ese temor que puede propiciarte una figura consagrada de la ilustración francesa contemporánea. Con todo el respeto por delante hay que darle su justo valor porque él en su infinita generosidad te dará tu espacio. En el caso del alemán Markus Gabriel fue la misma situación. Son personajes tan seguros de su discurso que se prestan a todo cuestionamiento. Juegan y se burlan del mundo, te hacen partícipe. Pero siempre debes estar a la altura conceptual. Como ya lo dije antes, cuando los personajes dicen: “Claro, eso quería decir…”, estás del otro lado. Pero hago énfasis en algo, la envidia no tiene lugar en la entrevista… si llegas con el recelo de que el “otro” es algo que tú no eres, estás perdido… siempre debes saber dónde estás parado en el mundo.

    Gerardo Martínez: En el capítulo “Circo existencial frente a la cámara negra. Teatro contemporáneo”, abordas algunas de tus preocupaciones personales: la corrección política, el encumbramiento de líderes efímeros, la autocensura en un mundo marcado por nuestra vida en redes sociales y el resbaloso concepto del “privilegio”. ¿Crees que estas discusiones son escaramuzas discursivas que nos impiden ver los temas de fondo?

    Hugo Alfredo Hinojosa: Sí. Pienso que el mundo digital es una obra de arte y canal habilitador de la tristeza en el sentido más esquizofrénico de la modernidad. Mientras que los pseudo debates se dan en la cámara negra del monitor de la computadora, tableta o teléfono, el mundo real donde está el aire que respiramos se descompone. Nos dieron la fama instantánea sin tener talento alguno a través de las redes sociales. La miseria del otro es mi espectáculo; y mi comida la envidia del otro. Es impresionante la reflexión. No podemos negar que es divertido y decadente estarnos burlando del otro y sus gracias en el mundo digital. Al eliminar la clandestinidad y la vida privada se abrieron infinitas posibilidades de distractores que generan más ignorancia que conocimiento. El mundo digital entero es un universo de “prostitución” en su acepción griega de esclavo que es vendido; todo lo que nos hace humanos en la red nos es robado y utilizado en nuestra contra, y lo disfrutamos.

    Hace algunos años recuerdo cómo los jóvenes se rasgaban las vestiduras por Greta Thunberg a quien jamás vieron plantar un árbol, pero luchaba contra el cambio climático. Ella era la heroína moderna, una virgen en su más pura representación que hoy fue superada por Rosalía y su “empoderamiento femenino”, modas al por mayor. La violencia que te mata está en la calle, hay que pensar en eso. Qué importan millones de autómatas que opinen en las redes sociales cuando la gente es asesinada, asaltada o violentada en las calles por donde transitan para sobrevivir.

    Gerardo Martínez: En el apartado titulado el “Ingrato placer por la literatura” se incluyeron tus entrevistas con los editores Jorge Herralde, Juan Casamayor, Enrique Redel y las escritoras Dolores Reyes y Leila Guerriero. ¿Crees que, más allá de cierto romanticismo acerca de nuestra profesión, el diálogo con estos personajes es una oportunidad única de conocer nuevas lecturas de la realidad, de nuestro pasado y del trabajo con la palabra desde el mismo periodismo y la creación literaria?

    Hugo Alfredo Hinojosa: Pienso que el encuentro con ellos fue una forma de romper mitos. Por ejemplo, Roberto Bolaño como insignia de la literatura de principio del siglo XXI fue muy sonado. La gran mayoría, inocentes, pensamos en su momento que él sostuvo a Anagrama en un momento crítico de la modernización editorial y Herralde, incisivo y directo como es, contestó que fue al contrario: gracias a Anagrama, Bolaño tuvo el impacto que logró en España y Latinoamérica. Todos y cada uno de los personajes que mencionas están en diferentes canales personales de su existencia. Leila Gerriero habla con total desenfado de sus vivencias, una mujer independiente que utiliza la literatura para entender al mundo; Dolores Reyes está llena de una sensibilidad maternal que te desarma y se expone mucho más de lo que pensamos en la escritura. Sin embargo, son los editores como Herralde, Casamayor y Redel los más románticos… hacen los libros y apuestan por los autores, es una locura. Son hombres de negocio que han apostado por un mercado ingrato e inestable… que apuestan por un escritor, por demás inseguro como lo son los actores, y les dan voz y les dan voto de confianza. Por supuesto, no son inocentes al mercado ni a las relaciones humanas, hay editores que sólo buscan el poder cultural.
    De todos y cada uno de los entrevistados en este libro me llevo una gran sabiduría. He aprendido a diferenciar los intereses y razones de los otros a la hora de crear y, aunque me pese, también puedo entender ahora cómo es que existen autores que ante la crítica o la sociedad son medulares, pero no tienen el más mínimo rastro de congruencia ni de compromiso con el mundo en el que viven [pero engañan muy bien al grado que son elogiados], lo que para mí es muy grave. Escuchar al otro es fundamental para aprender de todo aquello que no es la vida. Así como el teatro no es la vida tampoco lo es la literatura, sin embargo, a través de ella, de las artes, aprendemos a rozar apenas algunos versos de nuestra existencia y de la realidad que nos rodea.

    Publicada en El Universal

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