«No existe alternativa al capitalismo», Gilles Lipovetsky

«Si los empresarios españoles pueden utilizar aunque sea una pequeñísima idea de lo que digo para mejorar las cosas, no me sentiría en absoluto molesto», explica Gilles Lipovetsky (París, 1944). El filósofo francés, célebre teórico de la posmodernidad que describió hace casi tres décadas en La era del vacío, entiende que el capitalismo es indefectible, y que por ello no hay que negarse a mostrar a los dirigentes las bondades que tiene, por ejemplo, no exprimir demasiado a los empleados.

«Yo no demonizo ni al capitalismo ni a la empresa», relata, poco antes de intervenir en Santiago en la convención de directivos de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). Pero su tarea pedagógica se adivina ardua tras oír a José María Aguirre, presidente de la APD y ex de Banco Guipuzcoano, que intervino antes que el autor de El imperio de lo efímero. «¿Alguno de vosotros confía en el G-20?», lanzó el empresario, que se mostró muy partidario de equiparar el papel institucional de empresas trasnacionales y Estados.

El filósofo tranquilizó a los asistentes, llegado su turno, sobre los efectos de la crisis en los hábitos de consumo: serán pocos, pues la tendencia al hiperindividualismo es irrefrenable. «Nuestra época no dispone de ningún sistema alternativo creíble a la mercantilización total de los modos de vida», aseguró vehemente.

Aunque suele declinar pronunciarse sobre cuestiones políticas concretas -«yo soy un observador», repite- Lipovetsky sí accedió a opinar sobre el retraso en la edad de jubilación en Francia y las protestas que la medida ha ocasionado en las calles. «Era inevitable modificar la legislación con el aumento de la esperanza de vida», defiende, y achaca el rechazo de la población a renunciar a las conquistas sociales a la «tradición secular de extrema izquierda, que no es electoralmente poderosa pero ejerce una presión moral sobre la izquierda gubernamental que hace imposible aprobar reformas».

Del presidente francés, Nicolas Sarkozy, Lipovetsky dice que es un «hijo de la televisión». «Donde Mitterrand podría citar a Balzac o Maupassant, Sarkozy cita a Clark Gable», resume, y añade: «En sí mismo sí es un hiperpresidente, pero su forma de querer condensar los poderes es más una tradición francesa que un rasgo de la hipermodernidad».

Pero si Lipovetsky se dice liberal, rechaza la vertiente extrema de la ideología. «El ultraliberalismo puede representar una amenaza para la democracia, porque recompone las desigualdades de clase», señala, al tiempo que reivindica el papel de los Gobiernos: «Hace falta que el Estado controle la locura del mercado; si no, solo estarán los poderosos y los otros«.

Tomado de El País…

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