Los ventiladores hechos en México no son para mexicanos
Baja California es potencia internacional en la manufactura de materiales médicos, que hoy vive la emergencia por el coronavirus sin la posibilidad de acceder a los materiales de alta especialidad clínica que produce
POR HUGO ALFREDO HINOJOSA
Para los medios internacionales, Tijuana es una zona de guerra en ciernes que contabiliza veloz y a regañadientes el número de contagiados y muertos por el coronavirus. Pronto, el resto de los municipios del estado sumarán a un número considerable de sus residentes a las fatídicas estadísticas de la Secretaría de Salud del país. Pareciera que, tanto la federación como el desorganizado y lego gobierno de Baja California siguieron las máximas dubitativas e incrédulas, no sólo del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino del vecino mandatario estadounidense, Donald Trump. Hace un mes, este último se mofaba de la pandemia, no tan lejana, al igual que su homólogo mexicano, asiduo a la exposición pública obligada por su continua campaña, cuyo objetivo ahora es el convencimiento popular de un bienestar inexistente de la nación, la cual se adentra en una crisis económica sin precedentes.
Durante las primeras semanas de abril, la crisis epidemiológica ha aumentado sin control en el país; se manejan cifras irreales en cuanto a contagios y muertes, que hacen dudar al ciudadano común acerca de la sinceridad del gobierno honesto. No obstante, para tranquilizar a los televidentes, mas no así a los críticos, nuestro presidente ha declarado ad nauseum desde hace un mes en sus conferencias matutinas que México se preparó para enfrentar la pandemia anunciada “desde hace tres meses y antes que otros gobiernos del mundo”. Estas declaraciones implicarían que su gobierno reaccionó al mismo tiempo que China cuando alertó a la Organización Mundial de la Salud, a finales del mes de diciembre de 2019, sobre los contagios respiratorios en aumento en la región de Wuhan.
De ser ciertos los dichos del presidente y si su gabinete hubiera percibido una amenaza de salud que derivara en un problema de seguridad nacional, por las implicaciones y riesgos ante los que se expondría al pueblo, el accionar lógico indicaría que se debieron activar los protocolos de los lineamientos para la emisión de alertas epidemiológicas de la Dirección General de Epidemiología. Esto es que, en cumplimiento con el Reglamento interno de la Secretaría de Salud, de acuerdo con el Capítulo X, Artículo 32 Bis, inciso XIII, “la Dirección General de Epidemiología debe ‘Difundir, en forma oportuna los resultados e información generada por las acciones de vigilancia epidemiológica’ (según el Boletín Epidemiológico de la semana 14, de la Secretaría de Salud, publicado el 13 de abril de 2020). Lo anterior no ocurrió hace cuatro meses y puede calificarse como un acto de negligencia que ha generado caos en diferentes regiones del país por la falta de estrategias reales de prevención, para contrarrestar una epidemia que sacude a la sociedad en su totalidad, y en específico a la región fronteriza del país, muy particularmente a Tijuana, un foco de infección donde perderán la vida centenares de bajacalifornianos.
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