Pop Trump

La política estadounidense es bastante divertida y dramática, no podemos negar su fuerza de atracción que nos ha mantenido en vilo desde de los comicios que dieron el triunfo a Joe Biden por encima de Donald Trump, hasta llegar a los disturbios ciudadanos en el Capitolio potenciados por el presidente en turno. Podríamos bautizar a esta generación política estadounidense con el nombre de Poncio Pilatos porque todos, desde republicanos hasta los demócratas renegados y comparsas de Trump, ante su inminente caída, optaron por lavarse las manos de las atrocidades de su gobierno avaladas a discreción.

Fue divertido escuchar al Senador republicano Ted Cruz defender la idea del fraude electoral sin pruebas, argumentando que el 39% de la población “sintió” que se favoreció a Biden a través de actos de corrupción. Tiene razón el Senador, es un porcentaje amplio de ciudadanos, un país por sí solos, quienes dan la cara desde la derecha; voces que toman fuerza y que tarde o temprano generarán caos bajo el manto de la política institucional. Quizá en cuatro años llegue al poder un político radical, de cuello blanco, con el rostro de la amabilidad canadiense.

Los análisis del pseudo ataque al Capitolio hechos por los conductores de las cadenas televisivas CNN, ABC, MSNBC, CBS, FOX News, entre otras, sentenciaban que Donald Trump era lo peor que pudo ocurrirle a la democracia de Estados Unidos, pésimo político y presidente. Sin embargo, olvidaron a conveniencia que las celebridades, en su esencia, no tienen deberes históricos y la inmediatez es su campo de acción.

Trump nunca fue un animal político, sí un mal y azaroso empresario apadrinado por el dinero de su padre [él mismo lo reconoció], y un tipo que deseaba a toda costa ser un ícono incuestionable del idealismo cultural estadounidense. Además de ser dueño de hoteles, complejos turísticos y empresario de bienes y raíces en todo el mundo, Trump, intentó convertirse en productor cinematográfico sin contar con el talento para abrirse camino en la ficción; sin embargo, descubrió en la televisión y los reality shows la semilla de su estatus como celebridad. Así, una vez posicionado en el gusto de los espectadores de su país gracias al “You’re fired!”, esperó y leyó el momento correcto para “conquistar” la silla presidencial de una de las nuevas Repúblicas bananeras [dícese de una nación sin democracia y autoritaria], según palabras de George Bush Jr.

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